martes, marzo 16, 2010
piel
Carolina insistentemente apresura a Oscar a subirse al microbús afuera del metro Hidalgo, Oscar sólo puede pensar en el pedazo de uña que se le ha caído, le preocupa que ni siquiera sientió dolor, que quedó todavía un buen pedazo en su lugar. Suben al microbús, Carolina le insiste a Oscar que deje de chuparse los dedos, las bacterias del microbús son su preocupación. Su cita se acerca, Oscar le pregunta a Carolina qué ha pasado con ese pertinaz moreton en su pierna izquierda, Carolina responde que se ha propagado al antebrazo derecho. "Se te está callendo mucho cabello, ¿Tienes mucho estrés?" increpa Carolina. Oscar intenta mirar su confuso reflejo en el cristal de una ventana de dicho transporte público. Llegan a su destino. Oscar mira atento que un raspón en la mejilla de su novia se pigmenta de un rojo intenso. No, no es un pigmento, es un trozo de piel que ha dejado de formar parte de Carolina. No, no es dolor lo que siente, es una ansiedad indescriptible, que además de ser causada por la prisa de llegar a la cita que tenían esa tarde de octubre, es provocada por el escozor insoportable. Oscar siente urgencia por remover todas las uñas de sus manos. No caminaron ni dos cuadras, cuando Carolina, instintivamente atacó a su novio, ella no dejaba de rogar por el perdón del novio, tampoco dejaba de devorarlo, Oscar cayó inconsciente al piso. Inocentes los dos, nunca lograron llegar a su tradicional 'zombie walk' por Paseo de la Reforma de aquel sabado de octubre.
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