O La Trilogía de L.A.
Todo empezó en 1993, en la californiana ciudad donde todo es posible; Robert Altman dirige Shortcuts, película pionera que innova en la forma de relatar varias historias entrelazandolas, apoyadas cada una por un casting que para el contexto de la época era poco común reunir un volúmen considerable de celebridades en una sóla película. Tal fue el impacto de la película que hoy en día un gran número de películas son realizadas bajo estos dos conceptos: historias cortas entrelazadas y desordenadas en su línea de tiempo y los súper-castings.
Muestras del impacto hay muchísimas, no es el objeto de este texto enumerar las copias o reinterpretaciones de este estilo de dirección y producción cinematográfica, pero sí lo es el de apuntar dos de los homenajes más fuertes tanto a Altman como a Shortcuts.
El primero de ellos fue el realizado por Paul Thomas Anderson en su Magnolia de 1999, en donde la ciudad en cuestion se repite, la avalancha de estrellas de hollywood también y por supuesto las historias entrelazadas. Intentar criticar la película no sólo está fuera de tiempo, si no también de contexto, pero sí es importante señalar que a partir de Magnolia P. T. Anderson se catapultó a la fama, logrando dirigir importantes películas con presupuestos y apoyos de los gigantes cinematográficos.
Misma historia recibe el tercer homenaje a Altman; el realizado por Paul Haggis en su Crash de 2004 que a partir de esta película, no sólo gana el máximo de los Oscar's, adicional a esto, esta historia angelina lo posiciona entre la élite de directores estadounidenses y obtiene presupuestos para dirigir importantes películas sucesivas a Crash, además de que ninguno de sus trabajos posteriores guardó la línea de Crash: historias unidas en puntos claves y que comparten la misma ciudad de California.
Pero, ¿por qué les hablo de estas últimas películas como homenajes? Tanto Haggis como Anderson no se han declarado públicamente acerca de rendirle un tributo a Altman, pero las similitudes y puntos de quiebra de las tres películas son tan coherentes entre ellas, que no podría tratarse de meras casualidades.
Otra idea que me acomoda al pensar en estas tres películas es que las tres son reinterpretaciones de un mismo concepto: la vida californiana en la ciudad de Los Angeles, esa sensación de conocer y reconocer a las personas sin necesidad de haberlas conocido con anterioridad, esa sensación de que en dicha ciudad, las vidas se entrecruzan, existen puntos de quiebra fuertes que nos alteran en lo particular y en lo colectivo como miembros de la misma ciudad.
Esta clase de 'deja-vus' ideológicos hoy en día se ven por todos lados, el infinito acceso a la información, el bombardeo incesante que recibimos de imágenes, etc., nos llevan a compartir entre todos las vivencias en particular, como por ejemplo, la sensación de ya haber visto una película que no habíamos visto, quizá ésta habita en nuestro ideario por alguna anécdota o vivencia propia. Yo como habitante de la ciudad de México, tan caótica como la ciudad de L.A. vivo una mezcla entre las tres películas, les aseguro que ustedes también.
sábado, abril 17, 2010
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