Llegamos muy temprano al estadio. Ya había muchísima gente. Nuestros lugares eran excepcionales. Era increíble que tan sólo pasaron cinco años para repetir esas mismas escenas; pude haber esperado toda una vida. Todos pedimos la tarde en el trabajo, íbamos vestidos con nuestros más especiales jerseys, algunos iban con el de 2004, otros como yo, llevábamos el mismo con el que saltarían a la cancha en punto de las nueve de la noche. Las cervezas las empezaron a vender tan sólo unos minutos antes de la hora pactada para el inicio del encuentro. No sabíamos lo que ocurriría ni en ese jueves, ni en el siguiente sabado en el partido 'de vuelta'. Saltó Goyo a la cancha, impresionante escuchar sesenta y cinco mil Pumas gritar al unísono el cántico del equipo; dicho sea de paso, el momento en el que la mascota del equipo organiza 'La Goya', es el único momento en el que el estadio completo se logra hermanar; los grupos de aficionados son muy distintos, algunos antagónicos, algunos rivales, todos con un único amor. Dio la hora en la que el equipo universitario saltó a la cancha, se presentó ante su afición, minutos más tarde, las luces del estadio se apagaron, un nudo en la garganta, legítimas lágrimas, una sensación que jamás antes había sentido. Si bien, el objetivo era entonar el himno deportivo del equipo azul y oro, nunca de esta forma: con la cancha completamente oscura, sólo las luces de los palcos de la planta baja, la flamante luz anaranjada del tablero electrónico, los anuncios digitales de la cancha; eran lo único que nos separaba de la oscuridad total. Todos gritamos atónitos, en verdad fue una sorpresa, nadie lo esperaba, pantallas de teléfonos móviles guardaron para la posteridad tal suceso. Entonamos el himno. ¡Oh Universidad!. El partido comenzó, el resto es historia.
lunes, abril 05, 2010
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"Goya!" por aquellos que se sienten orgullosos de su alma matter. Desde las instalaciones de la FES Acatlán un saludo fraternal.
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