jueves, marzo 11, 2010
corazón de condominio
Son las cinco de la tarde de un domingo de abril, el agua fresca del fregadero en la cocina alivia un poco este calor que anticipa un verano ardiente, ya sólo quedan copas con restos de vino rojo, la caja de pizza de la cena de anoche ya ha quedado destruída y en la basura, los platos ya estan limpios y sólo tengo pendiente preparar mi comida de la semana. Este vestido me va sensacional, ayer rasuré mis piernas y todavía se sienten satinadas, cabe aclarar que cualquier otra pieza extra de ropa sería ridículamente inapropiada para este calor. Todavía me duelen las rodillas, la cadera, no sé creo que todo, no recuerdo claramente lo sucedido. Volteo al piso, miro mis uñas impecablemente pintadas de un verde limón que cualquier otra mujer estoy segura de que envidiará. Jamás revelaré la procedencia de tal artículo embellecedor de mis pies. Instantes de recuerdos de la noche ocupan mi mente, mientras sigo sintiendo el fresco piso de linóleum impermeable de la cocina por debajo de mis pies descalsos. ¿El nombre? No tiene importancia. ¿Los diálogos? Los he memorizado. ¿Las circunstancias? Estoy segura de que serán pasajeras. Lo siento, no lo puedo controlar, sólo sé que me he vuelto a enamorar.
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